Buenos días, hoy os traigo una nueva reseña de mi inestimable colaborador, Carlos González-Llanos
CRÍTICA
Cuando cojo unos
cuantos libros que acabo dejando más pronto que tarde, (yo ya soy de los que
margino un libro en cuanto noto que no me aporta nada), tiendo a refugiarme en
los mejores periodos de la historia (hablo desde el punto de vista cultural);
y, precisamente, uno de los mejores periodos es la ilustración, ese movimiento
tan espléndido y fantástico que consiguió liberar a Europa, o parte, del
ostracismo cerrado, fanático y cruel al que los estáticos estamentos sociales y
religiosos habían dirigido, engulléndola como si de un manjar se tratase.
Diderot tuvo
varios hermanos. Dos de ellos acabaron metidos de lleno en la Iglesia, uno como
canónigo y la otra como monja; y Diderot, hombre culto, atrevido e inteligente,
pudo comprender de primera mano el sufrimiento de su hermana. La religiosa, obra basada o no en la
vida de su hermana, cosa que no sabremos nunca, narra la historia de una joven
mujer obligada a introducirse en un convento y destinada a llevar una vida que
no desea. Su padre (hombre que duda de su aportación a la creación de la
muchacha), su madre y sus hermanas, sumemos los cuñados también, deciden que lo
mejor para la chiquilla es ser internada de por vida, all the life, allí donde
no pueda opinar, molestar, preguntar y, sobre todo, coger un solo penique de la
herencia familiar. Pronto, la joven renegará del tipo de vida que le espera,
pero, como no tiene la suerte de haber nacido en otro momento de la historia y
el aislamiento mental al que la someten es bestial, no le quedará más remedio
que mantener una lucha diaria contra un destino que odia.
La religiosa, en
su primera parte, narra la tortura psicológica a la que someten a esta persona.
El libro es cruel, pues saca lo peor del ser humano, su mala voluntad, la
perversión fácil de la inocencia; y se narra en primera persona de un modo
desgarrador, creíble.
La religiosa, en
su segunda parte, se convierte en un libro más suave, erótico, perverso desde
los ojos de la época, pues se tratan amores “impuros”, lésbicos, y una
corrupción de la juventud por parte de la experiencia. Quizás, donde antes
veían la perversión, hoy vemos un amor dulce o, incluso, inocente (al menos por
parte de la joven). Cada uno puede mirar con sus propios ojos y montarse su
propia opinión.
En cualquier
caso, este libro (al que persiguió la censura hasta el siglo XX) es un ataque
al funcionamiento de los conventos en el siglo XVIII. Que no a la religión, que
queda impune, pues Diderot, en contra de lo que pensé al iniciar el libro, no
ataca las creencias de nadie. Está muy lejos de ello. Incluso llega a confirmar
que hay personas capaces y perfectas para vivir en ambientes de este tipo. Solo
se dedica a narrar (y criticar) la vida de una persona y su total desesperación
dentro de un convento en el que no quiere estar. Las torturas a las que la
someten y la persecución que sufre… y no digo más, que ya he dicho demasiado.
Libro
recomendado.