Hace poco estuvimos
dando un paseo por Las aventuras de Pinocho,
publicadas entre 1882 y 1883 en el periódico infantil "Giornale per i bambini" con el título Historia
de un títere. Entonces contaba con las ilustraciones de
Enrico Mazzanti. Pinocho ha sido traducida
a más de doscientos cincuenta idiomas, incluyendo el braille. Es uno de los
libros más vendidos de todos los tiempos y se ha adaptado a grabaciones de audio, obras de teatro,
películas, ballets y ópera. ¡Hasta Tolstoi hizo su versión literaria en
ruso! Su autor, Carlo Collodi
murió sin saber el éxito que alcanzaría su obra. Comentamos, como curiosidad,
que él no la concebía como una obra
infantil, sino que introdujo un trasfondo político detrás. Pues bien, se
guarda otro secreto, Pinocho, en realidad, es
ahorcado por un gato al final de la
obra. No solo eso, Pepito Grillo muere antes asesinado por Pinocho y a
Gepetto lo detiene la policía por abusos sexuales. Todo un poema… Sería en
versiones posteriores (del mismo autor) donde la historia obtendría su famoso
final en el que la marioneta se convierte en un niño de verdad.
Esto de cambiar el final de los cuentos no es ninguna
rareza. La mayoría de historias tradicionales y leyendas solían servir de
entretenimiento y enseñanza tanto para los adultos como para los niños y sus
finales eran auténticas moralejas. Con el tiempo y los cambios culturales (los
niños se vuelven más blanditos) algunos autores adaptan las leyendas populares
cambiando los finales.
Es el caso de Caperucita
Roja donde en su versión original, de época medieval, se quieren plasmar
los peligros del bosque y los desconocidos. De adelanto, ya revelo que
Caperucita muere. El escritor francés Charles Perrault recogió en 1697 la primera versión escrita de
la leyenda y eliminó las partes que hablaban de sangre, carne y desnudez. Sí,
desnudez. Y fueron los famosos hermanos Grimm en 1812 los que la
edulcoraron algo más eliminando el erotismo y cambiando a un final feliz.
Añadieron la figura del héroe leñador que salva a Caperucita e, incluso, a la
engullida pero no masticada ni digerida abuelita.
Para cuento popular
curioso El gato con botas. Muchos dicen que es el cuento con más dudosa
moralidad que existe pues premia el engaño y la astucia como método
para conseguir el éxito. Quizás por este motivo los Hermanos Grimm no se
atrevieron a versionarlo. Sí Giovanni Francesco Straparola en 1500 y Perrault
en 1697 titulándolo El gato maestro. Y si bien no se ha cambiado el final, en la versión de Perrault el
gato amenaza de muerte a los campesinos que trabajan para el ogro para que
lo obedezcan. En versiones actuales, en cambio, se transforma al ogro en un
tirano y los campesinos colaboran con el gato para que los libere del mismo.
Si tenemos que
hablar de una narración totalmente cambiada esa es La bella durmiente. El primero en recoger la leyenda (1634) fue
el italiano
Giambattista Basile: no se cortó un pelo… (recordad que eran cuentos para
adultos). En dicha versión, Talía (que
luego en la versión de Disney se llamaría Aurora) se pincha el dedo y cae en un
profundo sueño. Su padre, sin saber qué hacer la coloca sobre un lecho y la
abandona. Un día, un rey pasa cerca y al ver la belleza de la mujer dormida se aprovecha de ella sexualmente y se va.
Dormida, la princesa da a luz a gemelos: Sol y Luna. Talía despierta cuando uno
de los bebés chupa el dedo envenenado y sustrae de él el veneno. Después, la
celosa y rabiosa esposa de ese rey intenta matar a los niños, también a Talía,
y se arma la de San Quintín. Eso sí, se podría decir que la historia acaba más
o menos bien, según como se mire, claro. En cualquier caso, Perrault y los
Grimm se encargaron de edulcorarla posteriormente.
Y eso es todo por
hoy, amigos, no dejéis que os engañen.
Carlos Álvarez
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