CRÍTICA
Después de haber tenido el
inmenso placer de descubrir a Salvador Navarro y su libro Huyendo de mí, pensé que tendría que
fallar unas cuantas veces antes de poder leer a un autor bueno y desconocido
para mí. Sin embargo, será porque me he vuelto selectivo o será porque la
fortuna me ha querido sonreír, el caso es que he podido disfrutar de una nueva lectura
curiosa, entretenida, rápida y llena de mensajes duros sobre nuestra sociedad. El Repartidor,
de Manuel Vicent, ganador del premio 2015 al mejor Relato Corto del
Ayuntamiento de Castellón con El autobús
de la medianoche, es un libro peculiar, distinto y que no deja indiferente.
Lo narra en primera persona. El protagonista, un repartidor de periódicos
gratuitos, es un personaje frustrado, porreta, delincuente, violento y vicioso
del sexo (y hasta fantasma si no creemos en lo que cuenta). Odia a la sociedad,
a las mujeres (su madre lo abandonó), a su padre, al que pasa por su lado… Lo
odia todo. Es un tipo inteligente agotado e irritado por un mundo que funciona
por clases sociales (y a él le ha tocado estar abajo) y en el que ve que muchos
inútiles le sobrepasan. Engaña, miente, vende droga, su integridad está a un
nivel muy bajo, si es que la tiene, una joya, vamos.
A destacar el primer cuarto del
libro, lleno de pinceladas inteligentes que crean un boceto magnífico de la
sociedad suburbana de las grandes ciudades. Sin pelos en la lengua y
políticamente incorrecto. Un auténtico cuadro. Y también es muy bueno el último
cuarto, un desenlace con persecución incluida, donde me pude reír a carcajada
limpia.
Repetir que el libro es
políticamente incorrecto y puede enojar a más de uno.
Especial.
SINOPSIS
Mike, un joven misántropo y adicto al sexo, trabaja repartiendo periódicos gratuitos en las inmediaciones de la estación. Allí, mientras ve llegar los trenes, convive con la fauna urbana de los bajos fondos, formada por personajes excéntricos, y en ocasiones peligrosos, con los que debe lidiar a diario. El de repartidor no es su trabajo soñado, ni mucho menos. Es un 'minijob' precario y mal remunerado, pero la crisis no le ofrece otra alternativa. Sin ninguna perspectiva de futuro, Mike tiene que recurrir al trapicheo de hachís para llegar a fin de mes. Además de salir por la noche a emborracharse, su única ilusión en la vida es hablar con la bella Laura, una joven a la que le da el periódico cada mañana y por la que se siente fuertemente atraído. Por desgracia para él, sus conversaciones nunca se alargan más de un minuto. Decidido a conocerla mejor, Mike utiliza las redes sociales para crearse un perfil falso y acercarse a ella. Él no lo sabe, pero su vida está a punto de dar un giro inesperado y peligroso.
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